CAPITULO VII
“No conozco mejor repositorio de la verdad que el pueblo”
¿Qué
es Socialismo XXI? ¿Por qué se está practicando la partidocracia y neoliberalismo?
En el
proceso de estudio he revisado varios videos de Rafael Correa, varias de sus
trasmisiones radiales de los días sábados y me di cuenta que los términos que
usa el presidente nunca definen en realidad el socialismo XXI, tampoco habla de
los planes concretos y objetivos. Igualmente, los miembros de su gabinete y los
líderes del partido no han podido explicar la doctrina. A menudo Correa rehúsa
responder o explicar las decisiones del gobierno y recurre al insulto contra
cualquier posición que se oponga a la creciente intervención del Estado en la
economía, industria y la vida misma de todos los ciudadanos. Así como también
la reacción a quienes se opongan a los amplios y excesivos poderes que pretende
el ejecutivo. Así, al analizar las medidas y políticas que usa el gobierno se puede
ver que lejos de socialismo, se está practicando un marxismo con expresas
connotaciones de la partidocracia y el neoliberalismo. Analicemos el verdadero
concepto de “partidocracia” y de “neoliberalismo”.
La Partidocracia
Me
atrevo a decir que lo usan sin siquiera saber el concepto de dichas palabras.
Por eso precisa demostrar quien está practicando la PARTIDOCRACIA en
Ecuador.
De acuerdo a Michael Coppedge, dice:
“Podemos
calificar la partidocracia como una desviación del papel que corresponde a los
partidos políticos en la democracia representativa”
Inicialmente
el término fue utilizado para describir los regímenes de corte socialista o
simplemente autoritario, los cuales se identifican por un sólo partido de
preeminencia que conduce la vida política del estado.
Rosa
Luxemburgo es precisamente quien utiliza por primera vez el término en una
discusión con Lenín sobre la predominancia absoluta que los bolcheviques
acordaron al papel del partido en la conducción del Estado y la sociedad. En una brillante predicción, Luxemburgo
concluyó que eso causaría la inevitable muerte de la democracia socialista y la
“brutalización de la vida pública” (Luxemburgo, 1961, p71). Sin embargo, a
pesar de lo que sucedió en la URSS y en el resto del “mundo socialista” con el
ascenso de Stalin al control del partido, no se lo caracterizó como
partidocracia, sino simplemente de dictadura, autoritarismo o, en algunos
autores, de partidolatría y el énfasis se ha puesto en la concepción
verticalista del ejercicio del poder y en su carácter represivo, más que en la
abusiva extensión del papel del partido. Por ello no se califica de
partidocracia solamente a los regímenes de partido único, por más que ellos
expresan el problema en forma paradigmática.
Pero si se puede apuntar qué suceden en estas circunstancias:
1.- Monopolio de nominaciones: En la
partidocracia, el partido en el poder se concede el derecho y exclusividad –de
hecho o legalizada de crear todas las nominaciones para cargos de elección
popular. Tal como se logró la mayoría de la Asamblea Constituyente. La
postulación de candidatos a cargos de elección popular es considerada como
negocio exclusivo de los partidos políticos, una especie de “estanco político”
que el Estado le confiere a los partidos y de esa manera, no sólo los dota de
un enorme poder (la posibilidad de excluir a ciudadanos del derecho a ser
electos), sino que le permite a los partidos garantizar sus intereses,
postulando a los cargos públicos a personas que no se convertirán en una
amenaza a los mismos, una vez adquieran el poder a través del voto
popular.
A lo
anterior, en varios países se añade que el sistema de emisión del voto es de
voto por partido y no por candidato; el elector únicamente tiene la opción de
marcar la bandera del partido y no puede expresar preferencias por determinados
candidatos dentro de los propuestos por el partido; de esta manera, se proyecta
la imagen de que el elector está optando por partidos y no por personas y se
refuerza el monopolio de nominaciones por parte de los partidos. Esto es
exactamente lo que esta haciendo Correa en Ecuador. Es más, se pretende llegar
al caso extremo de consagrar explícitamente el monopolio partidario de la
representación popular.
Indudablemente,
esto fue otra muestra de cómo opera Correa, prácticamente a diario Correa acusa
y habla de la necesidad de terminar la partidocracia en Ecuador, cuando se la
está practicando más que nunca.
Cuando
en Ecuador se debe luchar por “independencia” de los partidos donde se debiese
permitir presentación de candidaturas no provenientes de los partidos políticos
mediante la constitución de comités cívicos. Se trata de un correctivo
saludable a la tendencia de los partidos a monopolizar el acceso al puesto
público.
2.- Control sobre representantes electos:
El nivel de disciplina partidaria al que son sometidos los representantes
electos se convierte en otro indicador del nivel de partidocracia en un régimen
político.
Esto
es tan evidente en el gobierno de Correa, que se llegó al extremo de pedir que
se le expulse de su puesto en la Asamblea a Diana Acosta porque rehusó a que no
se haga mención alguna de Dios en la constitución.
Una
Constitución digna de un pueblo verdaderamente democrático y libre debería
garantizar la independencia de los asambleístas, sin esa independencia la
Asamblea Constituyente y el futuro congreso y sus legisladores no son
representantes del pueblo como tal, y terminan siendo representantes en nombre
y marionetas del mandatario en la realidad.
Haciendo
honor a la teoría clásica del mandato libre que es principio mismo de la
democracia, se debe garantizar la independencia; sin embargo, ha quedado en
evidencia que en Ecuador está sucediendo todo lo contrario, principalmente por
parte y presión del partido del gobierno que casi invariablemente, el
agrupamiento partidario hablan a “nombre del partido”.
Estos
dos factores empujan a un creciente control del partido sobre las temáticas
legislativas o municipales. Los asambleístas y los futuros diputados del
partido de gobierno por ahora demuestran que deben “seguir la línea” del
partido ya no solo en las cuestiones planteadas en la asamblea, y en las
promesas que presentaron como programa de gobierno durante la campaña
electoral, sino en prácticamente todas las decisiones que se deban tomar en el
órgano constituyente o Legislativo; de tal manera que la norma es acatar la
disciplina partidaria. Lamentablemente, no hay ni siquiera señales de que los
asambleístas del partido puedan, al menos por excepción y por decisión expresa,
quedar en “libertad” de votar según su conciencia. Nuevamente es Rafael Correa
quien está forzando la partidocracia en Ecuador y no al contrario.
Una
extensión extrema de este control es el caso de las legislaturas donde aquellos
miembros que no se conforman a la línea de partido no sólo que pueden ser
expulsados del partido, sino, y por consecuencia de esta expulsión, privados de
su curul en la asamblea constituyente o en la futura legislatura.
Esta
situación se está dando en Ecuador, determinando un grado de control del
gobierno sobre la Asamblea Constituyente al extremo que para todo propósito, la
llamada oposición es inexistente pues ya que los números de asambleístas de
oposición son tan escasos, sus votos no tienen consecuencia alguna. Con esto
lamentablemente se elimina la voluntad de los electores y se destruye la
posibilidad de aprobar leyes de consenso nacional en un país pluricultural que
ha terminado secuestrado por la partidocracia que Correa tanto pregona de
oponer.
3.- Patrimonialismo partidarista: Una de
las características más salientes y criticadas de los partidos políticos son
sus prácticas patrimonialistas, entendidas estas como los diversos mecanismos
mediante los cuales los partidos políticos hacen uso de su posición
institucional para apropiarse y/o repartirse recursos o partes del gobierno. El
patrimonialismo implica una percepción de la política en la que la distinción
entre partido y Estado, entre actividad partidaria y actividad gubernamental
queda desdibujada y el gobierno es percibido y tratado como una extensión del
partido, o como un botín que se obtiene mediante la contienda electoral.
En los
regímenes autoritarios es a través del dictador o del partido único que se
produce este fenómeno; en los regímenes de democracia representativa es, principal
pero no exclusivamente, a través de los partidos políticos del poder que se
desarrollan estas actividades.
El
grado de patrimonialismo partidista varía de país a país; desde aquellos en que
el partido que gana las elecciones procede a despedir al mayor número posible
de servidores públicos para sustituirlos por los militantes propios “que han
sudado la camiseta”, hasta los “acuerdos” de fracciones legislativas de
integrar una mayoría a cambio de trozos de instituciones estatales, que pasan a
ser cotos de empleo y manejo del partido que ha dado los votos en la Asamblea
ya sea para pasar un mandato o nueva ley propuesta, o para elegir a un
funcionario.
A esta
actitud y práctica de los partidos corresponde una “cultura cívica” en la que
la práctica política partidaria es percibida por los activistas como un medio
para conseguir empleo o determinados beneficios por parte del Estado: se
ingresa al partido “para conseguir algo”, el puesto público se merece como
recompensa “porque sudé la camiseta”.
Los
partidos políticos se convierten así en agencias de empleo y la posibilidad de
construir una burocracia racional y eficiente queda relegada.
Desde
la perspectiva de la sociedad civil, este tipo de prácticas partidarias son
especialmente rechazadas, generan la percepción de la partidocracia como la
enfermedad de la democracia e incitan a actitudes anti-partido político.
4.- Partidización de la sociedad civil: En
la partidocracia el horizonte de la participación política está circunscrito a
los partidos políticos; esto quiere decir que la relación entre partidos y
organizaciones de la sociedad civil se desarrolla como una relación asimétrica,
en la que el partido es el polo dominante y tiende a partidizar las
organizaciones sociales, de tal manera que éstas o quedan “alineadas” a un
partido político o son el campo de batalla en el que los partidos luchan por
controlarlas, produciendo graves divisiones en su interior. Por otro lado, para
las organizaciones sociales la vinculación o adscripción a un partido político
se convierte en requisito de eficacia y en algunos casos de supervivencia. En
forma similar, se produce esta tendencia de los partidos a “capturar a la
sociedad civil” a nivel de los medios de comunicación social que se encuentran
o controlados, o profundamente orientados por las posiciones partidaristas. No
se trata de la “uniformidad” de la información tan característica de los
regímenes autoritarios, sino que, aceptando la existencia de un pluralismo de
la información, los medios quedan vinculados o subordinados a los partidos
políticos.
El
resultado es que en regímenes democráticos con partidocracia el tejido social
(sociedad civil) tiende a perder su autonomía y se ve enfrentado a un dilema
negativo: o se adscribe a un determinado partido político o se abstiene de
participar en la política; encerrándose en sus tareas “técnicas”. De esta
manera, el abuso de la función política por parte de los partidos políticos
tiene como correctivo la tendencia a una despolitización extrema de
organizaciones sociales. El resultado es que ambos trazos devalúan la calidad
de la democracia.
Esta
es la realidad de Ecuador, hoy más que nunca estos cuatro indicadores de
partidocracia están en vigencia en el país.
Aquellos
que quieren mantener una patria libre, independiente y democrática debemos
luchar contra esta deformación partidocrática de que adolece este sistema
político y, sobre todo, por el peligroso camino que se trata de inducir al
país. Estas posiciones del gobierno central están muy lejos de la convicción de
restaurar la sanidad democrática del sistema político. Este sistema socialista
impuesto por la CIA degenera a la sociedad a ser sirviente de los intereses del
partido. Se va eliminando la oposición, se va reduciendo la capacidad del
derecho democrático.
En
síntesis, la noción de partidocracia, implica la tendencia de este régimen
político que se expresa claramente en la
evolución del clientelismo político. La tendencia a apoyarse cada vez más en el
Estado, a invadirlo, o para usar la expresión de Katz y Mair, de constituir el
“Partidocartel” (Katz y Mair: 1995), tendencia que refuerza la ya existente en
nuestras sociedades de utilizar canales no económicos para la obtención de
recursos de subsistencia, dado que las posibilidades de hacerlo por las vías
propiamente económicas son reducidas.
Finalmente,
la partidocracia expresa la debilidad de las instituciones políticas de
nuestros procesos de democratización, ya sea en su versión restauradora o de
incipiente construcción.
Sin
embargo, es extraño que Correa y sus seguidores esgriman partidocracia como
vocablo de uso creciente en su lenguaje político, por lo general con una
connotación despreciativa y aludiendo a un estado de “enfermedad” del régimen
democrático ecuatoriano que él y solo él pretende que puede cambiar, a pesar de
ser precisamente Rafael Correa quien está practicando más que nunca la
partidocracia. Si bien es por necesidad porque el proceso a largo de plazo de
socialismo XXI debe desembocar en la guerra civil, entonces la partidocracia garantiza
la batalla de esos dos grupos, porque la partidocracia no puede dar otro
resultado que “O estas con el gobierno o estas en contra”, con ello la línea a
cruzarse a sido marcada. Socialismo XXI desde ya garantiza la batalla que
deberá ser librada.
Si en
Ecuador tenemos la esperanza de la evolución del Estado moderno entonces no
podemos dejar al país caer en manos de un falso socialismo depredador de las
naciones. No podemos permitir las riendas que dirigen al país a aquellos que
están dispuestos a usar la retórica para las masas y el yugo para todo el
pueblo. El caballo de Troya está practicando la partidocracia, que no es otra
cosa que la deformación de la democracia. El concepto surge en el contexto de
la discusión de las relaciones entre sociedad civil y sociedad política, y
alude a una abusiva apropiación de espacios políticos por parte de los partidos
políticos en nuestra sociedad. La partidocracia está siendo usada como
mecanismo para implementar el socialismo creado por la CIA.
El Neoliberalismo
El
neoliberalismo ha sido usado como arma cíclica contra nuestras naciones.
Socialismo XXI es la primera fase del nuevo neoliberalismo a desatarse en los
próximos años. Para entender lo que propongo aquí debo mencionar los hechos
históricos. Lamentablemente, dejamos pasar desapercibido el hecho que en
nuestros países ya hemos tratado todo. Las nacionalizaciones
que ahora proponen Chávez, Morales, Correa no son nada nuevo. La CIA ya
implementó las mismas medidas en las décadas anteriores. El gobierno de
Rodríguez Lara en Ecuador nacionalizó el petróleo, los minerales y los recursos
naturales. El gobierno de Pinochet en Chile tomó medidas similares, y Brasil
implementó eso y mucho más con sus gobiernos militares, varios gobiernos
latinoamericanos ya vivieron un proceso de naturalización de los recursos. No
es nada nuevo.
Igualmente,
las propuestas de empresas estatales que estén a cargo de la explotación de
recursos, de la industria minera, de servicios eléctricos, etc. De la misma
forma, en Ecuador y otros países hace décadas se nacionalizó los teléfonos, los
ferrocarriles, las aerolíneas aéreas. La formula no debería ser olvidada, y es
que no es nada difícil para los sirvientes de planes extranjeros el crear las
empresas y compañías para vender las propuestas que ellos trabajan para el
pueblo, las masas responden con su apoyo y ansiosos aplauden porque se les
promete grandes perspectivas.
La
realidad es que sin capitales de inversión, sin tecnologías avanzadas, sin
ingenieros entrenados en dichas industrias, sin planeamiento alguno, porque en
el caso de Ecuador Correa congeló las actividades mineras por seis meses tan
solo para diseñar una nueva ley minera. Mientras, el estado se endeuda en
enormes sumas para poder construir la infraestructura y pagar los elevadísimos
costos de servicios a compañías extranjeras.
El
propósito es reorganizar las concesiones y tomar control total y absoluto de
ellas. Se crearán las empresas pero no existe posibilidad alguna de que logren
lo que el gobierno promete. Su propósito
es que fracasen totalmente, pero cuando hayan construido la infraestructura
necesaria, solo entonces un nuevo neoliberalismo nacerá, las compañías estarán
al borde del colapso económico, estarán inundadas de deudas que el estado
pagará con prestamos suministrados por Estados Unidos, o el Banco Mundial, o el
Banco Interamericano de Desarrollo, siempre y cuando el país cumpla las
condiciones que le exijan. Entonces asomara el Fondo Monetario Internacional
con nuevas medidas de austeridad y condicionará a que se rematen las empresas
estatales para aprobar un nuevo préstamo que le mantenga vivo al paciente, se
privatizarán nuevamente las industrias. Para entonces, la gente se convencerá
que Correa estaba equivocado, mientras Rafael Correa seguramente estará
disfrutando una cómoda vivienda cerca de la Universidad de Harvard o en algún
lugar en Bélgica.
Cabe
mencionar que muchos de los estudios mineros del país que permitieron
incentivar la inversión en la minería se realizaron con donaciones de Francia, Canadá
y otros países. Luego la fase de exploración ha sido hecha en su mayor parte
por empresas canadienses. Con estas expropiaciones de concesiones se abre la
puerta para que eventualmente Estados Unidos controle lo que otros gastaron en
descubrir. La gente está siendo burlada cuando se le miente que es el país
quien controlará el sector minero. Simples trucos financieros lograrán
manufacturar la enorme caída del precio del petróleo, del oro y de la plata que
obligará a los países a recurrir a venderlo todo por nada.
Esto
nos lleva a otra razón por la cual se implementa las nacionalizaciones. La
necesidad de infraestructura. En la misma forma que la década de los setenta
las nacionalizaciones hicieron que las naciones paguen los enormes costos de
infraestructura, construcción de puentes, carreteras, electrificación que
requiere la explotación de los recursos. Una vez que eso se realice, entonces
los gastos que eso conllevan harán necesarias las ventas y privatizaciones de
las compañías y empresas estatales.
Chávez
y Correa han sido demasiado obvios en sus intenciones. Precisamente se ha
realizado una campaña concertada en todo Latinoamérica contra el
neoliberalismo, con el firme propósito de preparar a las masas a aceptar las
medidas de Chávez, Morales y Correa. Después de todo, el neoliberalismo es una
doctrina económica y política que considera contraproducente el intervencionismo estatal en la economía
y defiende el libre mercado como mejor garante del equilibrio y el crecimiento
económico.
El
neoliberalismo en Inglaterra fue la reducción de déficit fiscales, la reducción
de impuestos para impulsar la industria e inversión, la reducción del aparato
burocrático y la liberación de los mercados.
El
problema en Latinoamérica es que se percibe el neoliberalismo como una política
depredadora donde los monopolios reinan supremos sobre los estados. Pero el
fracaso de la doctrina neoliberalista en nuestros países es más bien porque
jamás se ha permitido que sus ciudadanos participen, jamás se hizo la inversión
apropiada para hacer partícipe a la sociedad en la creación de industrias. Si
los países latinoamericanos reformaran las leyes y permitieran la formación de
cooperativas de inversión para participar como accionistas minoritarios en
grandes proyectos, si crearán las
oportunidades de participación de los ciudadanos, creando garantías para
inversión responsable, los préstamos para ser parte de la industria, las bajas
de intereses necesarias para permitir el desarrollo económico, y los estados
nunca deben renunciar a actuar como socios activos en todas las industrias,
deben conservar al menos un 35% de propiedad, evitando que los monopolios
reinen supremos y creando la participación del país en la distribución de la
riqueza de los recursos del estado, y de los servicios vitales del país, sean
estos eléctricos o telefónicos. Así es muy posible que hubiera diferentes
resultados. Entonces se crearían las condiciones necesarias para la
participación de los latinoamericanos al menos como inversionistas minoritarios,
el estado como accionista garante y dueño del recurso, los inversionistas
extranjeros y las multinacionales como los accionistas que proveen el capital y
la tecnología. Entonces podremos vislumbrar un mejor futuro y una participación
justa en la distribución de riquezas.
Lamentablemente,
la versión Latinoamericana fue vender las compañías estatales a los monopolios
sin crear competitividad y sin mantener un porcentaje de propiedad e inversión
por parte del estado. Eso fue por diseño mismo de la élite que controla el
mundo por intermedio de la manipulación depravada del Fondo Monetario
Internacional, el Banco Mundial, y los otros organismos que siempre presentan
soluciones donde el perdedor es siempre Latinoamérica y el pueblo.
Ahora
se pretende usar el mecanismo viejo que antes se utilizó durante los gobiernos
militares para conducir el desarrollo de la infraestructura necesaria para la
explotación de recursos. El único fin es que los Estados hagan el gasto de
infraestructura, cuando eso haya concluido entonces la nueva rifa de empresas
estatales se implementará. Entonces el BID, FMI, BM se inventarán los nuevos
libretos para no aprobar préstamo alguno, hasta que nuestros países sean
partícipes del nuevo “Wheel of fortune- rueda de la suerte” donde las multinacionales
serán las ganadoras y nuestros países siempre terminen en el “pierde el turno o
bancarrota”.
En
Latinoamérica se ha vuelto común usar el término “neoliberal” como etiqueta
ideológica acusatoria para detractar a aquellos que favorecen las políticas
económicas liberales. Pero en realidad,
el neoliberalismo no es ni una teoría económica concreta, ni es una filosofía
política unificada.
En el
caso concreto de Rafael Correa es muy frecuente el uso de la palabra
neoliberalismo como etiqueta falsa contra sus adversarios imaginarios o
existentes para descalificarlos sumariamente, mientras se define a sí mismo
como "liberal clásico", tal como lo hizo cuando mencionó ser creyente
de Tocqueville.
El
neoliberalismo es una propuesta originada en la Escuela monetarista como Milton
Friedman, que ha finales de los años 70 buscaron una respuesta al fracaso
del keynesianismo en la crisis de 1973.
En
efecto, en la década de los setenta se culpaba a los preceptos keynesianos de
ser los culpables de: El enorme déficit presupuestario, los elevados números de
desempleo; la epidemia inflacionaria mundial (estanflación). Sin duda este
estudio no tiene la intención de discutir los procesos, doctrinas, filosofías
económicas, por ende no voy a profundizar en explicar las características del
neoliberalismo. Pero al mismo tiempo, incluyo un breve análisis de cómo el
socialismo XXI propuesto por Chávez en Venezuela y Correa en Ecuador no pueden
crear los resultados que prometen, porque en la economía globalizada los países
son dependientes de medidas económicas de otras naciones.
Socialismo XXI en Ecuador y sus resultados
El Socialismo del siglo XXI nace con la
obra del mismo nombre donde se expone un modelo teórico de conceptos ideados
por Heinz Dieterich Steffan. Aunque la obra fue escrita en 1996, el responsable
directo de difundir la obra y revelar el asesoramiento del autor a su gobierno
es el Presidente de Venezuela, Hugo Chávez en el año 2005 donde Chávez
anunciaba su “revolución bolivariana” desde el V Foro Social Mundial.
Convengamos
primeramente que Dieterich hace tributo desenfrenado a Marx y Engels, a quienes
otorga ser poseedores de una genialidad científica no existente nunca antes. Es más, las propias
palabras de Dieterich parecen inferir que se auto enviste de poseer el regalo
extraordinario que –según él- solo las más grandes mentes pueden comprender,
cuando dice:
“Sólo en los últimos años, la audacia de Marx
y Engels de desafiar la ilimitada autoridad del modelo científico dominante,
empieza a encontrar su reconocimiento en las mentes más lúcidas; porque con
Einstein, Heisenberg, Planck, et.al., hemos
comprendido ….lo que Hegel, Marx y Engels llamaron «dialéctica"” Dieterich continua hasta al
punto de llamar sus obras “libros
sagrados”. Es posiblemente el único ser viviente que considera así a las
obras de Marx y de Engels, Dieterich dice, “Mientras
los "socialistas de cátedra" se agotan en la exégesis de los sagrados textos de los fundadores, se
les olvida el alfa y omega de la filosofía de la praxis de Marx y Engels”.
Por
ende, no debe caber duda alguna que su obra Socialismo del Siglo XXI es un intento de rescatar las doctrinas
caducas y la visión de Karl Marx sobre la dinámica social en la lucha de
clases. Concientemente, he decidido no involucrar algunas obras que proponen
que Marx y Engels fueron comisionados para escribir el manifiesto comunista por miembros de la élite financiera que domina
el mundo. Pues está en récord que el término “comunismo” nunca antes fue usado
hasta una reunión de la élite financiera, cuando aparentemente uno de los
Rothschild había dicho “el comunismo vendrá pronto”, dos años antes de la
publicación del manifiesto comunista.
No
debemos hacernos ilusiones de que el Socialismo XXI es la nueva gran doctrina
que entregará soluciones para nuestros pueblos. Socialismo XXI es el
renacimiento del comunismo y marxismo, pero esta vez dominado explícitamente y
controlado por la élite financiera mundial. Es imposible evitar responder una
interrogante, ¿Estados Unidos, la CIA, el Departamento de Estado no saben acaso
de este antecedente y no han hecho nada al respecto? Se debe ser sumamente
ingenuo para creer que con 3.5 trillones de dólares del presupuesto de las
organizaciones de inteligencia del Tío Sam no sepan qué es Socialismo XXI y lo
que propone. O en su defecto, debemos considerar la posibilidad de que
Socialismo XXI es una creación de la misma élite financiera, de los mismos
sociólogos que participaron en el proyecto Camelot, es la reinvención del
comunismo y socialismo a la americana.
Sin
recurrir a establecer los paralelos sospechosos que Dieterich publicó su obra
en 1996, donde enseñaba desde más de una década en la Universidad Autónoma del
Distrito Federal de México, la misma que también sirvió de sede para el proyecto
Camelot en ese país, cuando se estudio el proyecto Camelot en décadas
anteriores. Sin siquiera tratar de descubrir las coincidencias que los cinco
mexicanos muertos en el campamento de las FARC eran estudiantes de la misma
universidad, no he logrado información si alguno o todos fueron sus alumnos.
Sin saltar a conclusiones de la relación de Dieterich como asesor del gobierno
de Chávez, encuentro interesante sin embargo, que Hugo Rafael Chávez y Rafael
Correa han declarado repetidamente que son demócratas liberalista, y Dieterich
ha dicho esto en referencia al Mercado y Democracia “constituye una cínica burla de las víctimas del "libre
mercado" y de la democracia liberal que estamos sufriendo.” Entonces
debemos hacer la pregunta si estos líderes entienden siquiera lo que es
“Socialismo XXI” y si es así, por qué se mantienen posando como demócratas
liberales.
La
obra de Dieterich (http://www.rebelion.org/dieterich/dieterich070802.pdf)
pretende profundizar la teoría marxista y actualizarla al mundo de hoy,
incorporando el desarrollo de las ciencias, la tecnología y las experiencias de
los fracasados intentos de imponer una sociedad libre de explotación. Pero
existe una grave contradicción en lo que expone Dieterich. Por un lado, el
mismo lenguaje que usa en su obra insinúa que se necesita varios títulos
universitarios en ciencias matemáticas para entender su postura, lo que
conlleva a preguntar, ¿Cómo es entonces que Socialismo XXI es para las masas?
Dieterich
denomina el modelo del socialismo XXI como El
Nuevo Proyecto Histórico, con fundamentos en pilares estratégicos llamado
el Bloque Regional del Poder (BRP). El propósito es lograr una integración
económica y política de estados progresistas de la región (BRPP) para
eventualmente crear el desarrollismo democrático regional, la economía de las
equivalencias y la democracia participativa. Esto requiere de una coordinación
continental de los movimientos sociales que apoyen a la implementación del
socialismo del siglo XXI. A eso, se suma la colaboración igualitaria y
solidaria entre los estados y los movimientos sociales.
Sin
embargo, a mi criterio personal Dieterich es un cantinflas intelectual, dice
tanto y escribe tan elegante que a la final no dicen nada, para muestra dos
botones:
1)
“Las posiciones unilaterales del
empirismo y del racionalismo abstracto superadas por los conocimientos cada vez
más exactos sobre la dialéctica —que rige la interacción entre sujeto y objeto
en el proceso de intelección del mundo—, la discusión filosófica mencionada
deja de tener sentido: para aquellos, que aceptan que la explicación,
reproducción teórico-práctica y prueba empírica sistemática exitosa de un
fenómeno mediante métodos científicos es demostración suficiente del carácter
objetivo del conocimiento del universo.”
2)
“Al mundo empírico natural,
organizado en el continuum "métrico" cúatridimensional, con
relaciones de incertidumbre (Heisenberg) y relatividad, y cambios de estado de
los sistemas mediante saltos cuánticos, sólo puede acceder perdiendo su carácter
y método exclusivamente conceptual-reflexivo; haciéndose, en una palabra,
ciencia.”
Para
tanto verbo cualquier mortal necesita traductor, me reservo hacer mayor
comentario al respecto. Pero me atrevo a preguntar, debemos ser ingenuos como
para creer que las masas de trabajadores serían capaces de entender la
verbosidad de Dieterich.
El
modelo económico que Dieterich propone estar en contra de la sobre explotación
de recursos naturales y culpa a estas de ser las raíces de las asimetrías
sociales. Pero esto no tiene sentido alguno, cuando en el caso de Ecuador por
ejemplo la explotación minera como tal ni siquiera ha iniciado. Hasta hoy,
Ecuador ha tenido una minería artesanal y bastante primitiva, por tanto, es
errado culpar las asimetrías sociales de Ecuador en una industria que ni
siquiera ha iniciado a gran escala en el país y no ha entrado en la fase de
explotación como tal.
Dieterich
al mismo tiempo se opone a la dependencia de la oferta y la demanda que crea
los precios del mercado y son el fundamento del capitalismo y de la economía
del mercado. Dieterich propone una nueva economía de valores fundado en el
valor del trabajo que implica un producto o servicio y no en las leyes de la
oferta y la demanda. No existe explicación cómo se puede consolidar las realidades
con lo teórico. Por ejemplo, si eso se aplica a la industria minera, cómo
diferenciar entonces al trabajador de una mina de oro, donde la onza sobrepasa
los mil dólares y un trabajador de una mina de plata, donde la onza es
alrededor de $15 dólares, y así sucesivamente. Si se aplica la formula de
valorar el trabajo y el servicio para determinar la economía de valores, cómo
determinar el costo razonable para el trabajador. Este valor del trabajo se mediría según Dieterich usando la “Rosa de
Peters”, la cual está supuesta a solucionar el problema práctico que implica la
teoría de la Economía de valores: El
tiempo de trabajo que precisa un determinado producto o servicio; además de los
valores agregados a dicho trabajo, es decir, el tiempo de trabajo que se usó
para producir las herramientas o servicios que se emplean en el trabajo mismo,
lo cual a su vez, lleva a un ciclo complejo de tiempos de trabajo sumados
recíprocamente.
Dieterich,
denomina que el énfasis en la ganancia y propiedad desvirtúan el sentido común
de la economía. Según él, la economía debe funcionar en criterio de la
productividad. Lo cual convierte al socialismo XXI en una ecuación donde el
valor (precio) del producto se vinculará la equivalencia sobre los tiempos de
producción y a la democracia participativa. De esta manera, la redistribución y
los cambios a nivel de educación deberían recoger los intereses reales de las
personas que estructuran y definen los sistemas político-económicos.
Para
Dieterich, el socialismo del siglo XXI es la ampliación y profundización de la
democracia participativa, según él, “Es
donde alcanzará las dimensiones de lo cotidiano, lo estético y lo
racional-crítico”, deben estar incorporadas al cambio social. Aunque nunca
explica qué tiene que ver lo cotidiano y estético con la economía y política.
La
ideología sigue reformulándose y el mismo Heinz Dieterich Steffan, llama a un
debate al final de su obra. Debo decir
enfáticamente, que me parece sumamente sospechoso cuando un sociólogo alemán
intenta rescatar doctrinas que para todo hecho y propósito, refundieron a las
sociedades de la Unión Soviética, China, Vietnam, Corea del Norte a décadas de
un experimento político económico que fueron un rotundo fracaso, por ello,
intentar practicar o poner en marcha el
proyecto del Socialismo del Siglo XXI
se convierte en un ejercicio suicida. El proyecto de Economía de Valores no es
muy claro y su complejidad no determina ni siquiera las reglas bajo las cuales
se debe catalogar ciertos tipos de trabajo, como el determinar del valor a
especializaciones científicas y cuyo tiempo de trabajo no puede ser valorado de
la misma manera que los trabajos no especializados. Tampoco considera el valor
físico de producción energética por sobre el consumo energético de un determinado
trabajo, los cuales son fundamentales en el desarrollo social, tecnológico y
humano de una sociedad. Pero al igual que el comunismo, esta teoría pretende
tener un alcance global porque no puede ser implementada en un solo país.
Siempre
he pensado que existe una gran contradicción en los paradigmas elaborados por
Marx y Engels, pues el sistema marxista dice que se basa en un modelo del Estado intervencionista y de bienestar.
Pero precisamente he ahí la contradicción, porque la misma naturaleza humana en
el momento que hay “intervención del estado” hay malestar, porque ello
significa la regulación de la vida de sus ciudadanos. El humano se convierte en recurso no renovable del estado. El
estado se vuelve propietario del ciudadano y hasta de su patrimonio cultural y
genético. Eso es exactamente lo que intenta hacer el proyecto Camelot, el
proyecto Socialismo XXI.
En
primer lugar, debemos definir las acciones de Rafael Correa antes de poder
analizar lo que se pretende vender como el socialismo XXI, en el caso
específico del Ecuador. Así, nos enfrentamos a una conflictiva definición de
este gobierno. Lo que es sorprendente es que en definición nadie podrá decir
que Correa es socialista:
Las decisiones de Correa se resumen así:
Intervención
del estado en todas las facetas de la economía.
Aumento masivo del gasto fiscal
y la creación de una enorme burocracia (de 15 a 23 ministerios, constantes
referéndum, elecciones, creación de la Asamblea constituyente, creación de
brazos del estado para ejecutar los mandatos y decretos etc.).
Enorme aumento de impuestos en
una complicada escala que impone drásticos impuestos y medidas de
criminalización ciudadana a los evasores de impuestos.
Aumento de la masa monetaria como instrumento para crear demanda
agregada.
Elevación del déficit
presupuestario porque no se ha vendido en suficientes cantidades el bono de
Ecuador que respalda la circulación del dólar.
Reducción de las contribuciones al sector provincial, municipal y
estatal.
Centralización de las actividades económicas y los medios de
control.
Crecimiento
de la deuda externa.
Enorme desarrollo en la
creación de infraestructura, pero extrañamente contratando servicios de las
multinacionales sin implementar leyes que obliguen emplear a sus propios
ciudadanos, creando enormes gastos sin cambios al desempleo.
Creación de empresas estatales
que se involucren en todo aspecto: sea este minero u otra índole.
Creación de leyes para
beneficio de fuerzas externas tales como: Nueva ley de transito que impone
seguros mandatarios con contratos fijos a compañías multinacionales. Nuevas
leyes mineras y de hidrocarburos que ofrecen pagos garantizados del 100% a los
servicios de las multinacionales.
Nada
de eso es socialismo y muy claramente obedecen a un plan “monopolista
dictatorial”. Socialismo XXI es así un pretexto, y se convierte en el vehículo
para llevar al Ecuador a la turbulencia política. De acuerdo a los estudios de
los sociólogos que estuvieron involucrados en el proyecto Camelot se dice lo siguiente:
Hay
tres fases distintas en la respuesta y reacción de un pueblo cuando se manipula
a las grandes masas sociales. Primero, la respuesta superficial: La población
recurre a eslóganes; esto no identifica la raíz de la crisis y por ende no hace
nada para solucionar el problema. Segundo, es la fragmentación que se vuelve
evidente en la sociedad. Esto ocurre cuando la crisis se vuelve evidente y el
orden social comienza a resquebrajarse. Entonces llegará la tercera fase cuando
la población comienza a darse cuenta y los diferentes grupos sociales terminan
en dos campos, la total antipatía por el sistema y la gente se aleja del
proceso, intentan desasociarse de los idealismos que les llevó a creer en el
sistema o la otra opción es que la gente acepta la derrota y aceptan soluciones
contrarias a sus intereses.
No
puede caber duda que por la misma admiración expresada por Heinz Dieterich, el
Socialismo Siglo XXI no es más que una nueva versión del comunismo, esta vez
sin embargo, lejos de lograr ser aclamado por los ilustres “sociólogos”, la
obra no logró reconocimiento alguno hasta diez años después, cuando Hugo Rafael
Chávez dijo que gobernaba usando la obra Socialismo Siglo XXI, y que este era
el libreto de sus políticas. Pero debemos tener mucha cautela de lo que se
pretende con Socialismo XXI pues puede ser que se esté usando convenientemente
los confusos paradigmas para implementar el proyecto Camelot, que
coincidentemente Heinz Dieterich es uno de sus críticos. Marx y Engels, quiénes
curiosamente trabajaron desde un museo en Londres crearon los Principios del
Comunismo como un concepto global. No por ninguna increíble capacidad mental
como sus fanáticos pretenden decirnos, pero porque obedecían órdenes de quienes
les financiaron su investigación. Por eso el manifiesto comunista ya define
décadas antes, que Rusia sería el lugar perfecto para implementarlo
inicialmente bajo el argumento que es un país de “campesinos”, pero van mucho
más allá cuando muy claramente preguntan:
“¿Es
posible que esta revolución tome lugar en un sólo país? Ellos mismos contestan,
“No. Es una revolución mundial y por eso tiene una dimensión global”.
Pero el comunismo ha sido un fracaso total. Después de todo, durante
el siglo XX casi el
70% de la población mundial estuvo bajo el dominio del comunismo
(China, Corea, Unión Soviética, Cuba, etc.) y aunque estuvo en sus manos una
enorme riqueza en recursos y la enorme riqueza de recursos humanos, apenas
fueron capaces de controlar un máximo del 17% de la riqueza monetaria. Lo cual ha
dejado el precedente de que la teoría de Marx y Engels no sirvió para el 70% de
la población mundial. El resultado fue el colapso de la Unión Soviética, el
subdesarrollo de China y Corea del Norte. Claro, los banqueros siguieron
enriqueciéndose gracias al sistema pues fue gracias a ellos que financiaron la
construcción astronómica de las carreras armamentistas, que los beneficiaba
pues casi todas las grandes compañías envueltas en la construcción de armas son
otro brazo de las mismas élites.
Otro
claro indicio que Marx y Engels trabajaron con propósitos y parámetros muy
claramente definidos es cuando predicen las implicaciones revolucionarias de la
teoría y el cambio significante que podían crear en el mundo entero:
“La cosa más importante que ha ocurrido (en
América), más importante aún que la Revolución Francesa de febrero (Francia
1848), es el descubrimiento de las minas de oro en California..(Como resultado)
el centro de gravedad del mundo comercial..es ahora en la parte sur de la
península Norte Americana”.
Quizás
se puede usar el mismo concepto para hacer una predicción correspondiente a
nuestro mundo contemporáneo:
La
cosa más importante que ha ocurrido en Ecuador, y la razón que se está
implementando el plan de Camelot es porque el descubrimiento de enormes
cantidades de Oro en la Cordillera del Cóndor, y la Cordillera de los Andes lo
convierten en un centro importante para los intereses comerciales de esa élite
financiera, porque no solamente existe oro, plata y cobre, hay uranio más
petróleo de lo que se le ha informado al país.
El Fracaso del Socialismo
Las
recientes declaraciones del presidente de Venezuela Hugo Chávez, deberían ser
un llamado de alarma para todos nuestros países, especialmente para Colombia y
Ecuador. Chávez pidió sacar a las FARC y
al ELN de la lista de agrupaciones guerrilleras y terroristas. No solamente
pide que se las reconozca como organismos militares pero de hecho pide la
legalización como partidos políticos.
¿Acaso el mundo puede ignorar que tanto las FARC como el ELN mantienen a
por lo menos 44 personas secuestradas y viviendo en condiciones infrahumanas?
Las pretensiones de Chávez son descabelladas, son una falta de respeto a la
dignidad humana.
Ciertamente
vivimos en un mundo diferente donde la pornografía en el Internet es
ampliamente disponible, donde hay una ciudad donde la prostitución y el
adulterio son parte del negocio: lo que pasa en Las Vegas queda en Las Vegas.
Pero pienso que nuestras sociedades y países solo pueden degenerarse cuando el
presidente de una nación sur americana ignora el más sagrado respeto a la vida,
a la ética y a la moral. Los pueblos
latinoamericanos debemos exigir a nuestros gobernantes el respeto a la vida, a
la integridad y a la libertad de todo humano. Por esa razón, debemos repudiar
las palabras de Chávez y más bien exigir que no se inmiscuya en los asuntos
internos de Colombia y de Ecuador.
Las
FARC y la ELN no solamente tienen y mantienen gente secuestrada, tienen
secuestrada la paz de Colombia, su sociedad, sus comunidades. Mientras exista
las FARC y la ELN ningún colombiano ni ecuatoriano (pues han secuestrado
ecuatorianos también) pueden estar en paz. Ningún latinoamericano está
dispuesto a obviar la naturaleza criminal de las FARC, ni vamos a ignorar que
dichas agrupaciones viven dedicadas al narcotráfico de cocaína, crack y heroína, aparte del negocio de secuestro
humano. El Sr. Chávez olvidó que más allá de la frontera venezolana, la gente
puede hablar libremente y expresar el repudio total a Chávez. Las FARC y ELN
ciertamente son los mejores clientes de las dos nuevas flamantes fábricas de
armas Kalishnicov del Sr. Hugo Chávez. Los pueblos deben de inmediato crear
leyes que prohíban este elemento contaminador de ideas absurdas como las que ha
propuesto Chávez.
El
renacimiento del socialismo en Latinoamérica y específicamente en Venezuela y
Ecuador es bastante preocupante, cuando se toma en cuenta que las masas
populares no saben ni siquiera el concepto de la doctrina socialista. Como lo he demostrado anteriormente, el
socialismo XXI es una teoría confusa y complicada. Por eso la prensa y los
medios de comunicación deberían informar a los pueblos lo que realmente es el
socialismo. En una reciente encuesta del diario El Universo de Ecuador, el 66%
de las personas encuestadas admiten no saber que es la “revolución ciudadana”
que pregona el mandatario Correa. Aunque es demasiado evidente que lo que
Correa llama revolución ciudadana es la
implementación socio económica del socialismo en Ecuador. Pero bien puede ser
ese sistema socialista que el proyecto Camelot tanto intentó crear.
La
doctrina socialista trata de imponer un sistema socio-económico en el cual la
propiedad, la riqueza del país y sus recursos son distribuidos sujetándose a
controles centrales impuestos por el estado.
En
teoría, el socialismo es por el bien de la comunidad y se postula como un
sistema donde el trabajador es quien está en control de la economía y la
sociedad. Aunque esto nunca se da en la práctica. Teóricamente, este control
puede ser dirigido por miembros de la comunidad o indirectamente por medio de
consejos directivos (mesas directivas), pero muy claramente en el socialismo
tanto de Chávez como de Correa se está siguiendo un patrón de socialismo
soviético, donde todo era centralizado y controlado por un solo líder, primero
Lenín después Stalin. Igual caso sucede en Cuba con Castro, en Corea del Norte
con Kim Jong Il, en Venezuela con Chávez. Todos esos casos empezaron como un
cambio democrático y se degeneraron en comunismo total.
En los
sistemas socialistas la producción se convierte en propiedad de la sociedad.
Los recursos son nacionalizados y los trabajadores pierden su individualidad.
Todos los entes gubernamentales se vuelven centralizados. El llamado socialismo
XXI pretende o al menos promete crear una sociedad utópica. Sin embargo, el
mundo entero está experimentando un alejamiento de las fracasadas doctrinas
socialistas.
Las
secuelas de pobreza que dejaron las décadas de socialismo y comunismo en China,
Corea del Norte, Cuba y todos los países de la Unión Soviética deberían servir
de ejemplo que en cada uno de esos casos la supuesta revolución socialista
evolucionó a un comunismo autoritario. Si ciertamente cambiaron la situación
socio-económica de esos países, los resultados fue pérdida de libertades y
deterioro económico para todos esos países. Cabe destacar que Venezuela, a
pesar de estar disfrutando la enorme subida de precios del petróleo, consta
como el peor país en ganancias en inversiones con nada menos que un 27% de pérdidas.
El futuro económico de Chávez podría ponerse en deterioro ahora que la Exxon y
Conoco Phillips han preferido abandonar Venezuela llevándose todos sus
trabajadores, traduciéndose así en una enorme pérdida de inversión y pérdida de
recurso humano con capacidad y conocimiento de la industria vital para la
economía venezolana.
Varios
países europeos están abandonando las premisas socialistas. La evidencia
demuestra que los partidos socialistas han ido perdiendo el poder como en los
casos de Italia, Francia y Alemania donde la gente se hartaron de los enormes
impuestos, subsidios y gastos, combinados con altos índices de desempleo y el
eventual colapso de las responsabilidades asumidas por el sistema socialista,
aparte del bajo índice de producción, y extremados controles burocráticos que
han resultado en el descontento de los pueblos. Así, se debe reconocer que el
experimento socialista europeo está entrando en una fase de cambio. Los nuevos
gobiernos europeos están realizando cambios que sin lugar a duda implica un
alejamiento del sistema socialista, inclusive en Francia donde parecía ser el
único país que se mantenía firme en el movimiento socialista.
Quizás
debía ser obvio el fracaso del socialismo porque en el fondo el socialismo es
un concepto y doctrina absurda. Por un lado, premia a quienes no producen y
penaliza a quienes son productivos (a todo mundo se garantiza empleo, educación
y beneficios, pero a pretexto de igualdad todo mundo debe ser uno más del
montón). Penaliza a quien crea empleos y gana dinero con su propio esfuerzo,
premia y libra de impuestos a los miembros inservibles de la sociedad que no
contribuyen (enormes impuestos a quienes ganan altos salarios, el 35% en
Ecuador, excepción de impuestos a quienes ganan menos de $5,000).
Los
sistemas socialistas se basan en la distribución de la riqueza del país en
programas sociales de subsidio (Se crea un grupo social que viven de
estampillas, de bonos o subsidios sin que haya incentivo al trabajo o la
educación).
El
centralismo de los gobiernos terminan creando burocracias ineficientes. Una
muestra clara del socialismo es que crean excesivas regulaciones y organismos
de control, dando origen a enormes burocracias que se alimentan de empleos de
consumo. La burocracia ineficiente sin embargo, sirve para las estadísticas
donde inicialmente el gobierno socialista puede mostrar creación de empleos.
Aunque son trabajos no productivos. Trabajos productivos se consideran aquellos
que generan riqueza, generan empleos, producción de nuevos materiales y productos,
incremento en la producción, exportación, etc.
La
burocracia socialista vive y se reproduce como un parásito que se alimenta de
ideas y conceptos sin generar riqueza alguna. Se consume enormes cantidades de
dinero hablando de crear, implementar, el sistema socialista. Se convierte en
un sistema endémico canceroso donde va enfermando todo el sistema. Esto ya se
percibe en el gobierno de Correa. Los enormes gastos del gobierno de Correa no
han servido en lo absoluto para la producción del país. Aunque su mandatario
quiera justificarlo y ocultarlo como el gran triunfo de la “revolución
ciudadana”. Pero al analizar el esquema se puede ver claramente el parásito que
es la tal revolución ciudadana. Primero se llama a elecciones para decidir si
se debe elegir una “asamblea constituyente”, luego se gasta más dinero para
elegir la Asamblea, luego se gasta para construir todo un nuevo esquema para
que este nuevo organismo funcione aunque tendrá existencia de solo 240 días, se
crea todo un aparato superfluo donde aunque hay empleos la producción del país
se anula porque el gobierno ocupa casi todo su tiempo en campaña, gran parte de
personal ocupa su tiempo dedicados a la política, se abandona los ministerios
de producción, finanzas, energía, minas, etc., todo se convierte en campaña. La
gente está dedicada preocupada y distraída en crear los mecanismos de votación,
después en los mecanismos de operación de la Asamblea. Si finalmente la
asamblea constituyente logra redactar una constitución habrá nuevas elecciones
para aprobarla, si se aprueba la constitución entonces habrá nuevas elecciones
para un nuevo Congreso. Todo este gran cambio y los millones de dólares
gastados son un ejercicio en el absurdo en un país que tiene 20 constituciones
redactadas. Una más representa absolutamente nada para el país porque tenían
constitución vigente y Congreso en primer lugar. La promesa es grande, el país
no ha ganado nada. Simplemente tendrá una constitución socialista y un Congreso
socialista camuflado de democrático.
Pero
después de todos los millones de millones de dólares gastados, se ha consumido
tiempo, energías y gente que deberían haber estado invirtiendo su tiempo al
sector productivo de la nación. Así, se ve claramente que todo está postergado
en Ecuador. No existen leyes porque todas las existentes están amenazadas con
desaparecer porque Correa lo siente así. Por ende no hay inversión, no hay
exploración minera, o peor explotación. No hay incremento en la producción de
petróleo. No hay incremento en la producción bananera, cafetera, de cacao y de
flores. He ahí quizás el más grande
absurdo de Correa. Este socialista tiene el mayor número de videos “personales”
en youtube, todos hablando del “YO” y los demás ciudadanos son insultados, o
son sus grandes amigos. Aparentemente estos videos son de carácter oficial,
allí desmiente cosas mostrando como pruebas periódicos, hasta muestra cartas de
lo que dijo alguien a otra persona (aunque me pregunto como obtuvo dichas
cartas y si estas violan las leyes de privacidad o fueron obtenidas con el
mismo mecanismo de Watergate). Todo para crear la imagen superficial que está
haciendo algo, pero el presidente de una nación debe estar trabajando para el
desarrollo productivo del país.
Pero
al igual que está sucediendo con el limbo del proceso político en que ha
involucrado Correa a Ecuador, todo el gobierno y su burocracia tendrán los
mismos efectos en el país. Se crearan regulaciones de tránsito, de impuesto, de
control de precios, de planificación, etc. Todo sin embargo terminará creando
empleos de consumo de la riqueza del país.
Aunque
el mismo presidente de la Asamblea Constituyente ha dicho que la ley tributaria
aprobada es de carácter provisional, para su implementación se necesita crear
un aparato burocrático. Mucha gente estará ocupada en redactar los mecanismos
para implementar las reglas y regulaciones para los cobros de la ley
tributaria. Otros estarán creando los mecanismos para los empleados y
trabajadores del Servicio de Rentas. Otros estarán creando los mecanismos a
utilizarse para cobrar, otros estarán creando los mecanismos para encarcelar a
quienes no paguen, otros deben redactar los mecanismos para los que quieran
protestar los errores que sin duda van a originarse. Todo esto sin embargo no
es permanente, es en las palabras de Alberto Acosta “de carácter provisional”.
Este
concepto se vuelve repetitivo en todas las esferas económicas. Se incrementa
cuando se ponen regulaciones proteccionistas y más organismos son creados para
controlar precios, inspeccionar, criminalizar al ciudadano y sin embargo,
Correa pone énfasis que es importante sacar de la cárcel a quienes hayan
traficado drogas porque las mulas en realidad no cometen un crimen, según él.
Se incrementará la policía y organismos de control para encarcelar a quienes
trabajen y tengan que pagar impuestos, y si lamentablemente cometen un error,
tendrán que enfrentarse a la enorme burocracia que Correa quiere crear.
El
socialismo crea regulaciones gubernamentales y limitaciones a los derechos
civiles, comunitarios y legales. El socialismo crea gastos y responsabilidades.
Eventualmente el socialismo impone excesivos impuestos a quienes lo pueden
pagar y reparte migajas a los estratos pobres de la sociedad. Lejos de generar
incentivos al trabajo y generar progreso, degeneran a la sociedad al vicio y la
vagancia. Eventualmente el sistema llega al colapso porque como en el caso de
varios países europeos, las promesas y programas sociales consumen más riquezas
y demandan más impuestos.
Los
socialistas creen que esta doctrina del socialismo puede curar los males de la
sociedad transfiriendo la riqueza de quienes perciben tienen la riqueza y el
poder. Estos movimientos políticos de
Chávez en Venezuela, Correa en Ecuador y Morales en Bolivia pretenden crear su
propia versión económica, pero son promesas que no pueden ser cumplidas. Sin
contar que solo basta ver que China está implementando todo un sistema de
mercado globalista y abandonando todas las premisas socialistas.
Es
demasiado evidente que el pueblo venezolano y el pueblo ecuatoriano tienen una
vaga idea de lo que es en verdad el socialismo. Si bien se puede entender la
atracción de las masas al socialismo, porque los partidos socialistas y líderes
de estas agrupaciones venden la idea que el socialismo es “pro trabajador” se
convierte en el antídoto popular, porque promete luchar contra los
conglomerados, contra la industria, contra los poderosos y distribuir las
riquezas. Igualmente, el socialismo promete educación universal y uniforme,
seguro médico para todos, igualdad de salarios. Pero lo que dichos líderes no
le dicen al pueblo es que la falla más grande del socialismo es que el país
termina bajo el absoluto control de su
líder y de su partido. Así, esos países han terminado secuestrados a los
caprichos de Kim Jong-Il en Corea del Norte, o Castro en Cuba, etc.
La
evidencia demuestra que el socialismo es un fracaso total, evidenciado en
China, Corea del Norte y Rusia y todos los países europeos que adoptaron
medidas socialistas. Deberíamos aprender de Francia. En un estudio demográfico
entre la población de 18 a 30 años, la mayoría de los encuestados hablaba de
que estaban hartos del sistema económico arcaico socialista. El desempleo en
Francia de personas menores de 25 años es del 23,3% y el 40% de la población
entre 18 a 30 años considera su situación difícil. La migración de franceses a
otros países ha sido considerable en los últimos años.
El
socialismo nunca menciona el fracaso rotundo que ha tenido en el estándar de
vida de su gente. Especialmente en países latinoamericanos o es que alguien de
Ecuador puede mencionarme los grandes méritos del gobierno sandinista en
Nicaragua y las grandes riquezas de los cubanos viviendo bajo Castro.
Quienes
padecen de miopía sin embargo, prometen la gran revolución ciudadana aunque
obvian que el 66% ni siquiera saben a qué se refiere el líder que tanto predica
los grandes méritos del socialismo. Así, el socialismo promete el poder al
pueblo pero seis millones del pueblo ruso murieron por órdenes de Stalin. El
socialismo promete igualdad, equidad y justicia pero Lenín ordenó el asesinato
del Zar de Rusia, acaso el concepto se refería a que hasta los nobles pueden
morir acribillados a balazos como perros. El socialismo promete transparencia
en los manejos de la economía, pero nadie puede cuestionar los manejos de
fondos de Castro en Cuba. El socialismo promete desarrollo económico, pero se
caracteriza por subyugar al pueblo a la pobreza como Corea del Norte. El
socialismo promete la igualdad de derechos de sus ciudadanos, pero ataca a todo
aquel que se oponga al socialismo.
Las
mismas medidas de Correa son extremadamente contraproducentes para el país:
Brevemente dos ejemplos:
Tomemos
como ejemplo, si fuese a abrir una nueva fábrica de jugos. Supongamos que el
costo de cada unidad es $1.00 y que el gobierno me impone el 25% de impuestos,
esto se traduce a .25 centavos de impuesto. Ahora el precio sería nada menos
que $1.25 porque los impuestos son también parte del costo de producción. Si
deseo hacer solamente el 10% de ganancias eso sube el precio a 12.5 centavos
solamente por el impuesto, el costo sería de $1.375. Pero a eso se debe sumar
los constantes cambios de inflación, devaluación de la moneda, y todos otros
factores. Así, debido a la intervención del gobierno, el costo de producción y
de operación súbitamente exige un alto incremento en el precio de los
productos. Eso sucederá a nivel de productos tanto nacionales como extranjeros.
Igualmente los impuestos a los negocios destruyen el desarrollo
económico.
Si tomamos
las cifras de los nuevos impuestos y razonamos en cifras aproximadas sin tomar
en cuenta muchos factores, podemos demostrar el enorme efecto que tienen los
impuestos. Si una compañía gana por ejemplo unos US$125,000 dólares y se toma
de este dinero solamente US$25,000 para distribuir a los inversionistas, y si
se deja $100,000 en el negocio para expansión, para más empleados, más
materiales, etc. Las ganancias se convierten en capital de inversión y no son
“ganancias”. Si el gobierno carga impuestos del 35% en esos $100,000 lo que
reduce es la cantidad de inversión, por ende menos producción, menos empleos,
menos materiales o maquinaria.
La
verdad es que en el socialismo nunca pasa nada bueno. Se destruye la capacidad
individual, se incapacita la industria, se resta competitividad a los
ciudadanos y con ello al comercio, a la industria, a los científicos. Solamente
en una sociedad verdaderamente libre y justa cada individuo puede desarrollarse
y perseguir riqueza, progreso y lograr sus propósitos para el bien común.
En una
sociedad libre cada individuo cuenta porque la gente es libre de sus actos y
viven dependiendo de su capacidad, de su producción de su contribución, de su
intelecto y obtienen riqueza directamente proporcional a su esfuerzo.
En Ecuador
se pueden visualizar muchas de las características de esos fallidos
experimentos socialistas. Quizás
deberíamos alarmarnos más aún cuando
Rafael Correa ha logrado implementar el cambio socialista más rápido que
cualquier otro presidente, incluyendo Chávez. El socialismo de Correa lejos de
respetar el trabajo, la integridad, el esfuerzo de quienes han creado
industria, empleos, etc., ahora quiere crear la noción que si alguien tiene
algo es porque le robó al estado, porque tomó ventaja del trabajador. Porque no
pagó impuestos; o porque no sigue las leyes. Correa comete craso error en su
plan porque Ecuador aunque es un país rico en recursos, no se puede comparar a
la riqueza petrolera de Venezuela, que cuando Chávez tomó control tenía una
infraestructura y mantuvo la inversión de las multinacionales por mucho tiempo,
además que Chávez no siempre actuó en la retórica y aunque de frente decía una
cosa, por atrás seguía haciendo tratados con las multinacionales.
Toda
nación es dependiente de su más preciado recurso, el recurso humano, porque es
su gente quien crea riqueza. Si bien para Ecuador es un grave problema la fuga
de capitales, también es preocupante la fuga de sus profesionales y gente
capacitada. Se considera que más de tres millones de ecuatorianos viven en el
exterior y las remesas de este segmento son una de los dos mayores ingresos del
país. Correa ahí comete otro grave error. Por un lado habla de que quiere
facilitar el regreso de los inmigrantes a su país, pero las nueves leyes
tributarias que han sido aprobadas, por ejemplo, afectarían a los ecuatorianos
que quieren regresar a su país. El salario promedio en Estados Unidos es de
US$43,000 dólares. Si una persona ha comprado su casa y al venderla obtiene
unos US$150,000 dólares, súbitamente si fuese a regresar a Ecuador, tendría
que pagar enormes cifras de impuestos,
cuando otros países ofrecen incentivos. Típico del socialismo, terminaría
siendo penalizado por haber triunfado en otro país y terminaría entregando un
gran porcentaje del capital ganado en otro país. En otras palabras, serán
penalizados por regresar a Ecuador. Al igual que su gente ya esta siendo
penalizada por trabajar arduamente, por exportar, comercializar e incrementar
la producción. El socialismo de Correa es la patria ya es de todos. Todos
podemos vivir pobres y quien se esfuerce será penalizado. Mientras más ganes
más impuestos. Mientras menos hagas el gobierno te entregará un bono de premio
de treinta dólares al mes. El socialismo es una doctrina destinada al fracaso.
El
capitalismo es un sistema económico, político y social basado en el respeto a
la propiedad privada, de negocios, e industrial dirigido a la creación de
capitales basados en la inversión y la buena organización. La mayor debilidad
del sistema capitalista está en que no entra en consideración el bien común de
la sociedad.
Sin
embargo, la evolución del sistema financiero ha dado una nueva versión del
capitalismo, la misma que se le puede llamar sistema económico del mercado. Una
combinación del capitalismo y del estado de providencia que fue creado por los
republicanos del Segundo Imperio Francés
quienes criticaban la filosofía demasiado individualista del capitalismo en
ciertas leyes de materia social. Muchos
de los países europeos como Noruega, Suecia y otros países, inclusive aquellos
que tienen monarquías, han adoptado medidas por el bien social, lo cual no debe
ser confundido con el socialismo. La noción actual de Estado de bienestar,
corresponde al término inglés de welfare
state, forjado en los años 1940, coincidiendo con la emergencia de las
políticas keynesianas de posguerra,
como contraposición al warfare state
("estado de guerra") de la Alemania
Nazi. El sociólogo T.H. Marshall define el término como una combinación
especial de la democracia, bienestar
social y capitalismo. Otros lo identifican con el llamado Estado Social o incluso la Economía social de mercado. Ciertamente,
la búsqueda de mejorar condiciones sociales no es lo mismo que el sistema
socialista.
Este
nuevo sistema está siendo practicado en Nueva Zelanda, Brasil, y en su propia
versión China, la misma que está abandonando su experimento comunista. Se
podría decir que ahora estas naciones practican un sistema económico, político
y social basado en el respeto a la sociedad y al individuo al permitir la
propiedad privada, y la propiedad mixta de compañías y negocios, al igual que
industrias dirigidas a la creación de capitales basados en la inversión y la
buena organización. De esta forma, se busca crear el mejor sistema para la sociedad
cuando en el capitalismo se busca solamente lo mejor para cada individuo.
Un
claro ejemplo de cómo funciona este sistema se hace necesario. En Nueva Zelanda
por ejemplo, se implementó este sistema porque no había la población para crear
un sistema tributario y por ende no había forma de crear un sistema socialista.
Al mismo tiempo, la riqueza de recursos hacía necesario la inversión
extranjera, pero querían evitar la explotación de los recursos sin ventajas
para la población, o daños al ambiente.
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